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Aumenta la brecha de género en las carreras tecnológicas

Las chicas aún se resisten a estudiar carreras de ciencias, aumentando la brecha de género en las aulas. Pesan décadas de ausencia en las escuelas y hay una falta muy grande de referentes femeninos. ¿Dónde han estado todo este tiempo las científicas?, ¿por qué no salen en la tele? Las niñas quieren ser lo que ven. Es especialmente grave que exista esta brecha cuando donde más trabajo va a haber es en tecnología.

La caída de vocaciones femeninas en las carreras tecnológicas se agrava pese a sus índices de inserción laboral. “El fenómeno es complejo y responde a varias cuestiones que tienen que ver con la educación en el colegio, en la familia, los estereotipos, la falta de referentes, etc», indica Amparo Alonso Betanzos, Presidenta de la Asociación Española de Inteligencia Artificial.

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Las STEM (Ciencias, Matemáticas, Tecnología, Ingeniería) son hoy uno de los motores de las economías más avanzadas del mundo y se consideran fundamentales para el desarrollo del planeta a futuro pero, a pesar de eso, hay infrarrepresentación. El mundo cada vez es más tecnológico, por lo que debemos fomentar que niñas y mujeres tengan una mayor presencia en el ámbito de la informática y la tecnología para construir un futuro más igualitario.

No obstante, vamos notando avances, ya que un gran número de empresas cuyo negocio es la innovación empieza a despuntar con nombres femeninos a la cabeza. Google, Facebook, Microsoft, HP o IBM son lideradas en España por mujeres, un cambio de paradigma que sorprende en un mundo en el que el sexo femenino todavía escasea.

Concretamente, en España, solo el 15% son ingenieras y desarrolladoras y apenas un 11% son expertas en ciberseguridad. Estas cifras nos obligan a realizar acciones proactivas para impulsar el interés de las niñas por las ciencias.

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En estos momentos, alrededor del 54% de nuestros universitarios son mujeres y sin embargo, su presencia en carreras técnicas no llega al 25%. De media en España tenemos aproximadamente un 27% de profesionales mujeres en el campo STEM, un dato superior al de otros países de nuestro entorno.

Según datos que nos ha proporcionado Marta García-Valenzuela, Socia responsable de diversidad en Talengo, tenemos porcentajes de mujeres científicas superiores a otros países pero, en cambio, en informática el porcentaje va cayendo año tras año. En 8 años hemos perdido un 26% de estudiantes en grados relacionados con STEM.

Lamentablemente no es un problema que afecte solo a España. En los países de la Unión Europea, según Eurostat, se registran unas cifras similares. Datos que contrastan con los datos de países como China, donde la mujer alcanza ya el 40% de presencia en campos STEM. Teniendo en cuenta que hace falta crear un millón de nuevos puestos STEM está claro que Europa tiene un grave problema.

El problema, según Juana Fernández, Directora en EY wavespace, es que en las escuelas, “no se transmiten muy bien las diferentes opciones de carrera profesional que aporta una Ingeniería”. De hecho, afirma que las chicas que estudian Bachillerato de Ciencias «tienen muy buenas calificaciones y la mayoría se va a la rama sanitaria porque es la que ahora demanda notas más altas”.

Carmen Carbonell, Desalination Engineer en Acciona, ve la situación de manera más positiva y afirma que sólo es “cuestión de tiempo”, ya que “hace 30 años no había casi ninguna ninguna ingeniera y ahora somos muchas más”.

Marta García-Valenzuela, por su parte, afirma que todo tiene que ver con el rol social de género que atribuimos a las mujeres. “Siguen copando los estudios y disciplinas relacionadas con el ámbito de los cuidados y humanidades pero el atractivo de las profesiones STEM, siendo las que tienen más demanda y considerándose el 80% de las futuras profesiones, es muy bajo para las mujeres”.

Los  motivos del bajo porcentaje de mujeres en estudios técnicos y tecnológicos, según Nuria Salán, Profesora y Subdirectora ESEIAAT-UPC y Presidenta de la Societat Catalana de Tecnologia, son, «en primer lugar, la falta de modelos y de referentes y en segundo lugar, las posibles desmotivaciones que se pueden producir cuando a una niña, ante una afirmación de que quiere optar por un determinado itinerario, le preguntamos ¿por qué?, cosa que no haríamos con un  niño». Por este motivo, “es muy importante que redefinamos estas profesiones y se vean como útiles y con propósito de dar servicio y cambiar las cosas. Así serán más atractivas”, destaca García-Valenzuela.

Por lo general, “existe la creencia de que las mujeres tenemos más habilidad en competencias lingüísticas y sociales, que son congruentes con el rol de género que se espera de lo femenino, aunque los informes PISA y distintos estudios demuestran que, a edades tempranas esto no es así», explica García-Valenzuela.

Así que, como dice Natacha Ruiz Ortega, licenciada en Matemáticas y docente del MBA de la Escuela de Negocios de la UEMC, estamos ante un tema cultural. “El mundo industrial sigue siendo masculino y en algunos casos hasta con un viejo aire machista, por lo tanto, nuestras jóvenes no cuentan con muchas referencias conocidas”.

Las Matemáticas y las niñas

La docente de UEMC Business School estudió Matemáticas porque para ella era un reto constante, “era como hacer crucigramas”, recuerda. Pero la realidad es que el podio de las matemáticas ha estado siempre ocupado por hombres. Pitágoras, Descartes, Newton, Bertrand Russell… Las mujeres también han contribuido mucho a esta disciplina, pero su presencia a lo largo de la historia ha sido menor. De hecho, en las dos últimas décadas el porcentaje de alumnas matriculadas en el grado de Matemáticas en las universidades españolas se está viendo reducido.

Aunque las matemáticas se le dan bien a muchas chicas, según Juana Fernández, “no es una asignatura que les permita ser creativas o destacar, parece que a las chicas lo que se nos da mejor es memorizar, de ahí que asignaturas como Biología gusten más”.

Noelia Cabreraingeniera y actualmente cursando un MBA en la Escuela de Negocios de la UEMC, cree que es un problema de base. «Desde que nacemos, los adultos nos hacen esta distinción entre sexos (azul para niño, rosa para niña), en el desarrollo seguimos igual, con los juguetes ( muñecas para niñas, coches para niños )  e incluso con los adjetivos con los que nos describimos (¡qué fuerte mi chico! ¡qué guapa mi nena!)».

«Los adjetivos para las niñas nunca cuantifican si son inteligentes o fuertes y jamás se les reconoce su esfuerzo. Cuando una niña decide que las mates no son para ella (a mi esto también me ha pasado), hay una labor por parte de los padres muy importante y es hacerle ver a esa niña que no vale rendirse y que tan solo es cuestión de llegar a entenderlas bien, una vez esto ocurre no hay más que ver las estadísticas donde demuestran que las niñas son más inteligentes y tienen menos probabilidad a repetir», informa Cabrera.

Nuestra alumna tuvo la suerte de tener unos padres que les daba igual y creció siendo una niña más que feliz con sus «micro machines» y sus puzzles.

«Aún recuerdo aquellas tardes largas y eternas con mi madre haciendo problemas de matemáticas después de un día agotador de cole y clases extraescolares».

Pero a pesar de esto, son muchas las niñas que piensan que las matemáticas no son para ellas y esto es debido a la falta de referentes. Según indica Marta García-Valenzuela, “todos los referentes que aparecen en los medios, películas e incluso los ganadores de Nobel son hombres, por lo que nuestro cerebro, que es prescriptivo, entiende que es porque tienen una capacidad mejor”.

brecha de género“No podemos ser lo que no vemos así que por eso es tan importante que visibilicemos todas las grandes mujeres ocultas de las ciencias, sentarnos en la mesa, pedir nuestro espacio y atribuirnos los logros que conseguimos”, afirma rotundamente García-Valenzuela.

Según Elena González-Blanco, “es verdad que las mujeres y niñas tenemos más sensibilidad en áreas más humanas y eso nos hace tender a elegir formación más allá de la pura matemática. Sin embargo, es importante formar a las niñas en que todo no es blanco o negro, que no existen profesiones de ciencias ni letras y que el valor que aportamos a la ciencia es mucho mayor del que pensamos”.

Según un estudio de la Universidad de Valencia, sólo el 7,5% de los referentes culturales y científicos que aparecen en los libros de texto de la ESO son mujeres, con mayor porcentaje en las disciplinas relacionadas con las Humanidades y menor en las disciplinas científicas.

Es importante que los niños y las niñas dispongan de referentes femeninos en la Ciencia y la Tecnología, y no sólo en los libros de texto, sino también en su vida normal, que vean que la amiga de su madre, su hermana, la vecina… son profesionales con éxito en sus facetas respectivas. Los referentes cercanos son también importantes”, destaca Amparo Alonso.

Desde la Escuela de Negocios de la UEMC tuvimos el placer de poder entrevistar, hace un año, a Miriam Urbano, Directora de WomanTech, una plataforma que trabajaba precisamente para esto, para visibilizar a las mujeres en el sector tech e impulsar el empoderamiento femenino mediante las nuevas tecnologías. Justo hace unos días, descubrimos que la plataforma desaparecía.

En este sentido, Elena González-Blanco, General Manager of Europe at CoverWallet, afirma que “tenemos que mejorar los referentes y afrontar esta realidad de una forma mucho más consciente, tanto las mujeres como los hombres”.

La científica y docente, Nuria Salán, no sabe por qué no se habla de referentes femeninos, ya que «existir, han existido». En este sentido afirma que hace años que están reivindicando la actualización de los textos de primaria, «porque los referentes, en prácticamente todos los ámbitos (y especialmente en el que hace referencia a la tecnología) son pobres en nombres/información de mujeres».

Noelia Cabrera destaca que “hay muchas mujeres que no se creen capaces”. En Informática, continúa Cabrera, “siempre se habla de lo maravilloso que es el creador de Linux pero nunca se habla de que gracias a una mujer hoy muchos trabajan en programación”.

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Ada Lovelace, primera programadora de la historia

Ada Lovelace fue la primera programadora de la historia. Matemática y escritora inglesa, fue hija de Lord Byron. Lovelace recibió una educación un tanto peculiar para los tiempos en los que vivió. Su madre le proporcionó una educación estricta en matemáticas. Así, cuando Lovelace vió por primera vez la máquina analítica, considerada el antecedente de los modernos ordenadores, tuvo claro que quería trabajar con su creador, el científico Charles Babbage.

Lovelace tradujo al inglés un documento publicado en una revista francesa sobre el invento de Babbage y le añadió notas explicativas que permitieron duplicar el texto original. Estas notas ya avanzaban ideas modernas sobre programación e incluían el sistema de tarjetas perforadas, inspirado en el telar de Jacquard, que sería el que se utilizaría para programar los primeros ordenadores a mediados del siglo XX.

Con esto nos referimos a que la gente no sabe que las primeras programadoras eran mujeres o que a la vez que le dieron el Nobel a (James) Watson y (Francis) Crick por su trabajo en el descubrimiento del ADN, había una mujer trabajando en lo mismo (Rosalind Franklin) y no se lo dieron. Aquí es donde debemos hacer especial hincapié.

El porcentaje de alumnas que estudian carreras técnicas en las Universidades Públicas sigue siendo escaso. Según la CRUE (Conferencia Española de Rectores de las Universidades Españolas), sólo 8.443 mujeres cursaron una carrera relacionada con la ingeniería, la industria y la construcción en el curso 2016-2017 frente a los 19.143 hombres. En Informática ocurre lo mismo. Sólo 691 mujeres frente a 3987 hombres. La diferencia es abismal.

Según Juana Fernández, “estamos demasiado acostumbrados a los estereotipos de chicas modelos o influencers pero no a chicas científicas o ingenieras”. Admite que es cierto que “en los últimos cuatro siglos a las mujeres no se les permitía acceder a la universidad o al mundo científico, de ahí que solo unas pocas se estudien en las clases de historia. Sin embargo en la actualidad hay muchas más mujeres en este ámbito a las que deberíamos dar más visibilidad”.

Fernández aprovecha este tema para destacar una campaña de publicidad que le enfadó tremendamente. Una marca de teléfonos móviles hizo una campaña que se llamaba #smartgirl con una chica que es actriz y se dedica a subir fotos suyas con diferentes modelos de ropa.

¿Es esa la imagen que deberíamos dar de lo que es una smart girl?, cuestiona Juana Fernández. ¿O debería ser una ingeniera española que trabaja en Harvard o en el MIT desarrollando aplicaciones de inteligencia artificial?

En este aspecto incide en que “a las chicas nos siguen educando para conformarnos y la competitividad parece que es mucho más de chicos”. Fernández argumenta que “nunca un hombre se va a plantear si se merece un ascenso, en cambio las chicas sí lo hacemos”.  Motivo más que suficiente para reivindicar que “esto debe cambiar desde la educación”.

Debemos promover una imagen positiva e inclusiva de la ciencia”, explica Marta García-Valenzuela. “Con demasiada frecuencia, en los colegios, la elección entre ciencias y letras suele ser dicotómica y a ciencias van los que terminarán estudiando ingeniería, informática o ciencias aplicadas”.

Esta visión, afirma, “es absolutamente parcial y aleja de la visión de futuro de otros caminos a explorar en estos campos”. Además, “transmite una imagen negativa de las personas que no eligen este camino”. Ella, por ejemplo tuvo un profesor de física que les decía “el que vale, vale y el que no a letras” y comentarios sobre que las mujeres debían centrarse en los cuidados del hogar o como mucho a enfermería.

Además, en la adolescencia “las chicas sufren mucha presión de sus iguales para tomar decisiones sobre sus estudios de manera conjunta y tienen que elegir seguir con sus amigas o ser las raritas”, continua Marta García-Valenzuela.

Por lo tanto, aconseja que “colegios, padres, medios de comunicación y profesionales debemos presentar las ciencias de manera más positiva, quizá como un trampolín hacia nuevas fuentes de disfrute e interés”. Aquí quiere destacar el papel que hacen organizaciones como “Inspiring girls” de la que también es voluntaria, donde profesionales acuden a los colegios para inspirar a las niñas a que sean lo que quieran ser.

Necesitamos dar visibilidad a las mujeres ocultas para que las niñas tengan referentes femeninos en los que basarse. “Padres, profesores y profesionales tenemos la responsabilidad de desafiar los estereotipos de género relativos a las actividades y profesiones científicas, permitiendo a niñas y niños desplegar todo su potencial. Es terrible que cuando las jóvenes ven determinadas series, los roles técnicos y científicos son “freakys” o “nerds” con lo que no conectan con esas personas”, explica García-Valenzuela.

Sus referentes femeninos en el mundo de la ciencia y la tecnología son variados. Destaca, entre otras, a Clara Grima, matemática y divulgadora científica que es “reflejo de talento en STEM sin perder identidad, frescura y autenticidad”. También ha querido destacar a Cristina Aranda, fundadora de Mujeres Tech, “que hace un trabajo infatigable sensibilizando de los sesgos de género que hay en el mundo de las tecnologías” y a Maria José Monferrer, promotora de los programas de Mentoring con estudiantes de Ingeniería y Matemáticas en los que Marta García también participa a través de la Asociación Española de Directivas y Consejeras EJECON.

Natacha Ruiz recuerda cómo antiguamente cuando una mujer se casaba perdía el derecho a seguir estudiando y si lo hacía, sus artículos o descubrimientos tenían que ser firmados por un seudónimo o por su marido. Para ella, Marie Curie “es toda una heroína”.

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En el campo de la Informática, Amparo Alonso afirma que hay muchos referentes femeninos, que podríamos llamar «clásicos»: Frances Allen, la primera mujer Premio Turing;  Ada Lovelace, la primera programadora (mencionada anteriormente); Evelyn Berezin, pionera de los procesadores de texto; Grace Hooper, desarrolladora del primer compilador; Top Secret Rosies, las programadoras del primer ENIAC para el cálculo de disparos de proyectiles en la II GM; Hedy Lamarr, precursora del wifi y del GPS…

Pero no todo van a ser referentes extranjeros, Ángela Ruiz Robles, maestra española y  precursora del libro electrónico, Ana Mª Prieto, una de las primeras programadoras en España. Y también referentes de mujeres extraordinarias de hoy como Nuria Oliver, Asunción Gómez, Carmen Artigas, o jóvenes como Gema Parreño, Data Scientist en BBVA.

La gran referente de Nuria Salán es, inevitablemente, Marie Curie, porque ha sido el único nombre que ha visto cuando era niña. Otras mujeres que le gustaron, como modelos, serían Gloria Fuertes, M. Aurèlia Campmany, Mercè Marsal, Indira Gandhi… Como se puede apreciar, ninguna destaca por su perfil tecnológico. Ha sido en su etapa de investigadora cuando ha podido conocer y saber de mujeres que hicieron cosas importantes por la tecnología, así que resalta algunos nombres como: Júlia Simón,  Laura Tremosa, Alícia Casals, Therese Jamaa…

Aumento de la demanda de perfiles tecnológicos

En cuanto a la demanda de perfiles tecnológicos, es cierto que aumenta la demanda, pero también que en España el número de jóvenes que quiere estudiar STEM disminuye, no sólo entre ellas, sino también entre ellos.

“Esto es claramente un serio problema, y más en la situación del mercado español, peor pagado y con trabajos menos estables, que hará que nuestros jóvenes sigan emigrando a otros países con mejores condiciones de trabajo”, destaca Amparo Alonso.

Las razones para que las mujeres no se impliquen en este tipo de carreras son, entre otras, “un entorno muy masculinizado, lo que empeora la situación, no hemos sido capaces de transmitir sus aspectos positivos, como su transversalidad, su empleabilidad, el trabajo en equipo, el trabajo por objetivos, la posibilidad de trabajar desde casa, etc. Tenemos necesidad de visualizar mucho más todos estos aspectos”, ha señalado la Presidenta de la Asociación Española de Inteligencia Artificial.

En un sector donde abundan claramente los hombres, las experiencias machistas vividas por las mujeres que hemos entrevistado en el entorno laboral están a la orden del día.

Una vez en una entrevista laboral que le hicieron a Juana Fernández, empezaron a preguntarle por sus hijos y por quien se ocupaba de ellos, así que decidió levantarse e irse, ya que según indica, “es algo que nunca le preguntan a un hombre”.

También ha estado en muchísimas reuniones con ejecutivos en las que ella era la única mujer, no es que le trataran mal pero afirma que “sería mucho mejor para la empresa que los que tomen las decisiones de negocio representen a la sociedad.”

Noelia Cabrera, por su parte, se ha encontrado con profesores a los que les gustaba hacer chistes machistas en clase aprovechando que ella era la única mujer en clase, provocando las risas del resto de sus compañeros. Además, en su primer día de trabajo en Barcelona, la primera palabra de sus compañeros de trabajo fue: “Ah, pensábamos que eras un hombre”.

La gran mayoría de nuestras entrevistadas siguen viendo cada día decisiones tomadas por consejos o por comités de dirección en los que solo hay hombres y eso, claramente, “perjudica muchísimo a las mujeres”, afirman.

Marta García-Valenzuela añade que “hombres y mujeres podemos ser machistas y es algo que tenemos que vigilar, las mujeres seguimos siendo las principales educadoras así que tenemos que estar alerta porque podemos estar trasladando determinados estereotipos sexistas en casa y luego quejarnos porque notamos cierta discriminación laboral”.

Además cree que “cada vez más la sociedad en general está comprometida por el cambio y aunque ahora se oigan determinadas voces radicales, la mayoría de la sociedad entiende que esto va de derechos humanos y de mejorar la sociedad”.

Apuesta por la inclusión

En la consultora EY hay muchas mujeres en puestos de dirección. Esto es debido a que la diversidad y la inclusión forman parte de la estrategia de la compañía. “Es fundamental que esta sea una de las prioridades de las empresas”, matiza Juana Fernández. “Todos a nuestro nivel estamos comprometidos a la hora de formar equipos diversos y de promocionar por igual a hombres y mujeres. Sin importar que los hombres pidan promociones con mayor frecuencia”.

En Acciona, Carmen Carbonell siente que tiene las mismas oportunidades que cualquier hombre y va a depender de su esfuerzo que ella alcance un puesto directivo, así que en este caso, el ser mujer no va a suponer una limitación.

En la Universidad, según indica Amparo Alonso, que además de ser Presidenta de la Asociación Española de Inteligencia Artificial, es Catedrática, “no existen medidas especiales para las mujeres, más allá de la paridad en los tribunales, que contribuye a visualizar nuestra presencia”. Esto a veces acaba siendo un problema para áreas como la suya, en las que hay muy pocas mujeres catedráticas, por lo que se convierte en una gran dificultad tener que compaginar la asistencia a los tribunales con las demás tareas (clases, dirección de proyectos de investigación, dirección de tesis, etc).

En este sentido, continúa Amparo Alonso, “en las Universidades de otros países (por ejemplo, en EEUU), hay mejores opciones al respecto, pues tienen políticas que favorecen a minorías e incluso te dan facilidades ( si quieres ascender, por ejemplo, o simplemente trasladarte y tienes pareja/hijos, facilitan su movilidad , por ejemplo).

Es necesaria una educación en informática y tecnología desde edades tempranas como una de las vías para reducir la brecha de género. Si al final todo el mundo estudia tecnología, nadie piensa que es de chicas o de chicos».

Nuria Salán añade que «si los libros de texto no recogen toda la historia y sólo contemplan una parte (la que está en manos de modelos masculinos), algo falla. Si el 95% del profesorado de primaria proviene de bachilleratos humanísticos y sociales, sin formación tecnológica, me temo que alguna cosa nos estamos perdiendo. Si la tecnología no se considera formación obligatoria y transversal desde P3 (como la ortografía), no progresaremos adecuadamente».

En este sentido, Juana Fernández aconseja a las niñas que estudien Ingeniería, ya que esta carrera “te da la libertad de dedicarte a muchas cosas diferentes a lo largo de tu carrera, además de permitirte crear soluciones y hacer que la sociedad sea mejor”. El problema, es que como bien indica Elena González-Blanco, “está fallando la confianza en nosotras mismas y la autoconsideración”.

brecha de género

Otra necesidad es la de dar mayor visibilidad a las mujeres que han destacado en el campo de la ciencia y la tecnología para contar con referentes femeninos. Aunque la autoría de la tabla periódica es mayoritariamente masculina, en su construcción también hubo mujeres y nadie habla de ellas.

Por lo que iniciativas como ésta son totalmente necesarias. Everis y Mujeres Tech han lanzado la iniciativa #girlsgonna para combatir la brecha de género en el sector digital. El principal objetivo es concienciar sobre el impacto que tienen nuestros sesgos y prejuicios de género asociados a las profesiones de ciencia y tecnología, en la elección de estudios y carreras profesionales de los niños y las niñas.

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Los sesgos y prejuicios de género asociados a la tecnología y al sector digital son la principal causa de la brecha digital de género. Queremos ir al origen del problema ayudando a las personas adultas a tomar conciencia del impacto que tienen nuestros prejuicios y sesgos de género en las niñas y niños. Tenemos que ayudar a las niñas y a los niños a que sean capaces de expresar sus ideas con libertad y desarrollar todas sus habilidades y potencial. No debemos ponerles límites a través de nuestros prejuicios”, afirma Sara Alvarellos, líder del área de Innovación de Everis.

En la actualidad hay más de 900.000 puestos de trabajo en el mundo STEAM y solo el 20% está cubierto por mujeres, por lo que entre todos y todas debemos de trabajar para romper la brecha de género que existe en este sector”, explica Cristina Aranda, presidenta de la asociación Mujeres Tech.

«Necesitamos 10 años para que las chicas lleguen a los perfiles TECH-TIC», matiza Nuria Salán. «Si queremos aumentar la población de chicas en determinados estudios, hemos de hacer campaña, pero esta campaña se ha de iniciar a los 10 años, por tanto, hasta los 16-18 años que es el momento de elección, han de pasar unos años de espera».

Es muy importante tener modelos y referentes visibles que ayuden a las niñas a considerar una opción de futuro en el sector técnico/tecnológico. «En el momento en que tengamos esto, creo que empezaremos a ver cifras significativas de mujeres en todos los ámbitos y los porcentajes tan escasos que existen ahora podrán actualizarse y acercarse a valores más próximos al 50%», concluye Nuria Salán.

Desde la Escuela de Negocios de la UEMC proponemos aumentar las acciones informativas en los centros educativos, a ser posible explicadas por las propias mujeres, así como incrementar las actuaciones para reforzar en las chicas la confianza en sí mismas, dar formación de género a los docentes y crear más estrategias en universidades y en empresas. El objetivo debe ser hacer añicos el techo de cristal de las mujeres en el mundo tecnológico.

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2 Comentarios

  1. Avatar
    Rubéns
    20 febrero, 2020 at 05:09 — Responder

    Dejen estudiar a las mujeres lo que ellas quieran, la mayoría de ellas son muy femeninas y no les gustan
    Las matemáticas, no las obliguen a lo que no quieran
    No hace menos a una mujer, si no quiere estudiar ciencias, dejen de estarse comparando con los hombres todos somos seres humanos y somos iguales. Aprovechen las cualidades que tienen las mujeres en las áreas humanas y comunicación, es muy importante eso también para el mundo.

    • Gemma Juan Giner
      20 febrero, 2020 at 10:26 — Responder

      Hola, ¿qué tal Rubéns?

      Agradecemos tu comentario. No se trata de obligar a nadie, sino de ofrecer más información en los colegios e institutos, tanto a niños como a niñas. Debemos dar visibilidad también a referentes femeninas en ciencia y tecnología. Y por supuesto, cada persona es libre de estudiar lo que quiera, pero cuantas más opciones conozcas, mucho mejor. El saber no ocupa lugar 😉

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