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CAMBIOS EN LOS HÁBITOS DE CONSUMO EN RECUPERACIÓN ECONÓMICA

Hábitos consumo recuperación¿Ha terminado ya la crisis? Los datos macroeconómicos y los del cliente a pie de calle son optimistas. La recuperación económica es ya una realidad. Aumenta ligeramente el consumo, pero la recesión ha hecho mella en los hábitos de compra del consumidor. ¿En qué nos gastamos el dinero? ¿Cómo y por qué lo hacemos? ¿Dónde compramos?

El pesimismo de 2009 ha sido reemplazado por optimismo en este 2016. Las predicciones son buenas. Numerosos estudios llevados a cabo para analizar los cambios en el consumo, como los realizados por Nielsen o el Observatorio Cetelem Consumo, confirman el aumento de la intención de compra del consumidor y su respectiva ligera reducción del ahorro. La forma de comprar y adquirir productos y servicios hoy en día destaca por su inteligencia y racionalidad. Disminuyen radicalmente las compras impulsivas como consecuencia lógica de la capacidad adquisitiva.

Características del consumidor post-crisis

La crisis ha dejado huella en el bolsillo del consumidor español y europeo. Dos de cada tres compradores españoles tiene un nivel económico inferior al de hace cinco años. La recesión trajo consigo hábitos de consumo que lejos de desaparecer con la presente recuperación se han asentado. El cliente post-crisis reúne las siguientes características:

-Vigilancia creciente y constante del precio: la compra es inteligente y pensada. El cliente presta suma atención a qué, dónde, cuándo y cómo consumir. Se hace uso de ofertas, descuentos y rebajas con el objetivo de reducir costes.

-Estudio de la procedencia y composición del producto: nos encontramos ante un consumidor mucho más social y ecológicamente consciente y preocupado. Aumentan las ventas de los productos de fabricación nacional y europeo en un intento de reactivar la economía. Igualmente, se atiende a razones como condiciones de envío, ingredientes o composición, así como la responsabilidad social corporativa de la marca y empresa fabricante.

-Interés por las etiquetas: en relación a lo anterior, se aprecia una marcada tendencia hacia lo natural. Sin gluten, sin azúcares refinados, sin aditivos ni conservantes son algunas de las etiquetas más demandadas, especialmente en el sector alimenticio y gastronómico. Aunque esta línea también es trasladable a la industria textil. El consumidor actual tiende a alejarse de la fabricación en cadena y buscar productos y servicios más personalizados, únicos, manuales e incluso caseros.

-Aumento del consumo en productos básicos: los estudios apuntan a un aumento del agua, gas, electricidad, teléfono e internet, sanidad y educación. Todo ello como consecuencia de los cambios en las formas de ocio y entretenimiento, mucho más enfocadas al ahorro. Se aprecia una reducción en joyería, equipamiento del hogar, restaurantes y hoteles y vuelos.

-Normalización y popularización de la economía colaborativa: empresas como BlaBlaCar y Car2go para el transporte, AirBnB para el turismo, o Wallapop para la compraventa de productos de segunda mano se han popularizado entre los consumidores más jóvenes. La economía colaborativa ha supuesto un profundo cambio en las formas de negocio gracias al desarrollo de las nuevas tecnologías.

-Desarrollo de plataformas de compra: hay una fuerte tendencia al ecommerce y el comercio electrónico. Los millenials y generación Z apuestan por plataformas de compra online, mientras que los baby boomers siguen optando por la tienda física. Sin embargo, todas las generaciones consultan y se informan de los productos y servicios a adquirir en internet y redes sociales.

-Cambio en los métodos de pago: el pago en efectivo sigue siendo habitual, pero se observa un importante ascenso de la compra mediante tarjetas de crédito, PayPall o tecnología “contact-less”. La generalización de las apps y ecommerce obligan al consumidor a adaptarse y realizar sus compras de manera electrónica y a través de dispositivos móviles.

-Búsqueda del valor añadido: a pesar de la reducción de la capacidad adquisitiva per cápita causada por la crisis económica, el cliente está dispuesto a pagar más por productos y servicios que aporten valor añadido y diferenciador. Se exige mayor transparencia, información y una mejor atención al cliente por parte de las marcas y empresas.

La crisis ha supuesto cambios importantes en los hábitos de consumo. Ni los clientes, ni las empresas, ni la sociedad en general han quedado indiferentes. Los productos, servicios, marcas y la economía han tenido que adaptarse al bolsillo del consumidor. Las empresas que sobrevivirán y triunfarán serán las que entiendan al nuevo consumidor y se adapten a las nuevas formas de consumo.

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