Si pudieras cambiar de trabajo, ¿qué le pedirías a tu nuevo puesto? La pregunta ronda la cabeza de la gran mayoría de la población trabajadora española. Según un estudio de Regus, el 77% se “mudaría” a un nuevo empleo en virtud de la flexibilidad que éste permita.

¿Qué es flexibilidad laboral?

La cuestión repercute directamente sobre la vida personal de los trabajadores, que piden compatibilizarla mejor con la otra cara de la moneda, la vida profesional. Algunas de las medidas concretas aplicadas en este sentido son: la posibilidad del teletrabajo, o las jornadas laborales de duración reducida. Los beneficios de implantar estos métodos han sido constatados por los departamentos de RRHH. Precisamente respecto a los beneficios, uno de los más importantes repercute de manera directa sobre la cultura integradora y la Responsabilidad Social Corporativa de las empresas: el 73% de los empresarios encuestados por Regus reconocía que la flexibilidad laboral fortalece la lealtad de los empleados, y que supone, así mismo, uno de los reclamos más efectivos para atraer el talento.

¿Qué hacen las empresas al respecto?

Hablamos de un porcentaje muy alto, ¿son conscientes de ello las empresas? Lo son. Sin embargo, el marco legislativo no permite (por el momento) arriesgar demasiado en esta faceta. Uno de los ejes sobre los que se sustenta la Reforma Laboral es precisamente el de la flexibilidad. Esta nueva propuesta del Ejecutivo pretende agilizar algunos trámites y mejorar el diálogo entre las empresas y sus trabajadores, así como fomentar el empleo.

Lo cierto es que el progreso en flexibilidad se traduce en un mayor poder para las empresas, que en nombre de su supervivencia, tiene plenos poderes para despedir, reducir jornadas laborales y salarios, movilizar a empleados a otros lugares, degradarles, etc.

Solo así puede entenderse la preocupación del trabajador por la flexibilidad, pues se ve abocado a una situación laboral en la que tiene poco o nada que hacer aparte de cumplir con los objetivos que se le imponen. Ello explica que el 77% de los trabajadores españoles argumenten este motivo como incentivo para cambiar de trabajo: requieren una mayor comprensión por parte de sus directivos, pues se sienten en clara inferioridad frente a los intereses de las empresas.

Existen además, otras causas. España es un país cuya estructura profesional se compone mayormente de pymes y autónomos, individuos que abandonan el confort de las oficinas para emprender por su propia cuenta, y que además, está contribuyendo activamente al fenómeno emergente del co-working. Se trata al fin y al cabo, de una situación diferente, que podría provocar ni más ni menos, un auténtico cambio en el paradigma profesional que hoy conocemos.

Que las empresas no sepan (o no quieran) escuchar a sus empleados podría acelerar este proceso. La pregunta es, ¿quieren las empresas revertir esta situación?