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JFK: EL LÍDER QUE COMPARTIÓ UN SUEÑO

JFK_liderazgoEl viernes 22 de Noviembre se cumplían 50 años del asesinato de John Fitzgerald Kennedy. Amado y odiado a partes iguales, el legado del presidente número trigésimo quinto de Estados Unidos aún pervive, a pesar de su efímero paso por la Casa Blanca (de dos años , diez meses y dos días). De retórica magnética, JFK supo acercar con sus palabras a millones de personas al “sueño americano”, ese sueño que se interrumpió bruscamente cuando Lee Oswald disparó su rifle aquel 22 de noviembre de 1963 en la Dealy Plaza de Dallas.

Su estrategia de liderazgo ha sido objeto de metódicos análisis. Considerado un hombre carismático, Kennedy llegó a la presidencia en una época convulsa. Conflictos raciales, guerra fría, crisis de los misiles…todo conformaba un volátil cóctel difícil de capear, y mucho menos para un demócrata cuya única defensa parecía ser su sonrisa de galán. El pueblo estadounidense siempre ha buscado refugiarse en individuos fuertes, de discurso beligerante y recurso patriótico (ahí están los Bush, por ejemplo). En cambio “Jack” supo imponer un nuevo talante. Convenció por sus ideas renovadoras, por la importancia que tenía el “cambio” en su discurso. Era un tipo accesible, con vena humorística. Nadie ejemplificó mejor esta conversión que Norman Mailer, quién en su artículo para Esquire “Superman comes to the supermarket” ya hablaba de cómo los votantes reformistas habían caído a sus pies en la convención demócrata de 1960 en la que Kennedy fue elegido candidato. Mailer, a pesar de su naturaleza escéptica, acabó igualmente seducido por el senador que daba a Washington un toque de glamour que sólo podía adivinarse en las películas de Hollywood.

JFK supo entender mejor que sus oponentes la importancia de la televisión y abrazó la “telegenia”. Comprendió sus códigos, adaptó su lenguaje a ella. Utilizó música y dinamismo para sus spots, hablaba con frases cortas, pero impactantes. El tiempo en la televisión es crucial, el equipo de Jack lo sabía, e hizo acopio de su talento para demostrarlo. El equipo encargado de la comunicación, fue trascendental en el éxito de Kennedy. Lo formaba gente joven, bien preparada e ilusionada por el futuro. En él destacaba Ted Sorensen que realizó para el futuro presidente sus mejores discursos. La clave de Sorensen para la eficacia comunicativa estaba en el “brevity, levity, charity and clarity” (brevedad, levedad a la hora de enfrentarse a las situaciones –accesibilidad-, empatizar con la audienca y claridad).

Esta personalidad fresca, más adaptada a los cambios que acontecían en aquellos años, nunca quedaría tan bien demostrada como en el famoso debate con Nixon el 26 de septiembre de 1960. Richard Nixon parecía anticuado, su aspecto no destacaba. El maquillaje realzaba su edad, su cansancio. El maquillaje de Kennedy, por el contrario, destacaba su inmejorable salud (que no lo era tanto) con el bronceado marca de la casa. El resultado fue el conocido. Nixon perdió la batalla, pero aprendió una valiosa lección: adaptarse a la televisión o morir. En 1968 cuando por fin alcanzó la presidencia, declararía “hay que obedecer al productor si te dice cómo sentarte o cómo aparecer a cámara”.

Otra innovación de la “estrategia Kennedy”, fue la de construir una historia, aplicar un “story-telling” para que la confianza ciudadana no decreciera. Su vida familiar no era un secreto, lo que congratulaba a la sociedad estadounidense, pues veían al presidente como a uno de ellos. Era habitual verle disfrutar de sus hijos, de vacaciones con su mujer (lo que también pretendía acallar los rumores de las infidelidades). Jacqueline Kennedy pasó a ocupar portadas, organizaba cenas y realizaba anuncios, (ella fue quién dio el primer anuncio en español de la historia política de los EEUU), una señora ejemplar para las mujeres que la idolatraban por su humildad y sofisticación; todas las mujeres del país querían ser “Jackie” y por ello pasó a formar parte de la “estrategia Kennedy”.

En resumen, JFK destacó por saber adaptarse al medio, entregaba a la sociedad justo lo que necesitaba: palabras motivadoras, frases inspiradoras que ayudaban a superar los osbtáculos. Recurría a la épica para llegar a todos e implicarlos en una causa común. Como el buen líder sabe integrar a sus empleados en una única cultura corporativa, lo mismo hizo Kennedy con sus conciudadanos para que formasen parte de su “sueño americano”. Comprendía sus miedos y compartía sus ilusiones, se situaba a su lado con sus discursos. JFK apelaba a la historia como argumento; su modelo de liderazgo, efectivamente, pasó a la posteridad.

Pintura realizada por Aaron Shikler.
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