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​RESPIRA HONDO, SÓLO TIENES QUE HABLAR EN PÚBLICO

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Un sudor frío recorre tu espalda. Intentas frotarte las manos para alejar viejos fantasmas. Lanzas una tos incómoda y te acercas a tu posición. Desde tu cuello trepa un rubor que amenaza con inundar todo tu rostro. Intentas hablar, pero sólo eres capaz de emitir un gorjeo incomprensible… ¿te resulta familiar esta rutina?

Todo esto, que parece describir una pesadilla, es la realidad del día a día para no pocas personas. Son efectos provocados por el temido “pánico escénico”, miedo a hablar en público. La medicina incluso le ha puesto nombre y apellidos: glosofobia. Sucede en reuniones, conferencias…cada vez son más las personas que se sienten acorraladas por su exposición ante los demás. Los grandes oradores no nacen, se hacen. Se rodean de asesores y agencias especializadas, lo que demuestra que comunicar con mayor eficacia, es posible.

Vamos a tratar de desvelaros las claves para recuperar el control de la situación:

Nadie es menos que nadie: hablar ante un auditorio repleto o una sola persona es lo mismo. Tendemos a infravalorarnos cuando nos enfrentamos al ojo escrutador ajeno. Esto es un error, el acto de comunicar no varía. Tú también puedes inspirar con tu discurso y tu forma de ser. Ensayar con familiares y amigos puede ser una opción a tener en cuenta para llegar rodado al día de tu ponencia.

Prepárate: los expertos estiman que para dominar un tema y saber transmitirlo basta con conocerlo. No es necesario leer. Los oyentes al final se quedan con lo esencial; has de saber cuál es la parte más importante y expresarla de forma organizada. La retórica oral también posee su propio lenguaje, domina los silencios, sírvete de gestos. Tu audiencia sabrá apreciarlo.

A buen entendedor, pocas palabras: la base de la comprensión consiste en la sencillez. Vivimos en una sociedad saturada de estímulos, con miles de mensajes buscando hacerse hueco en el receptor. El objetivo es lograr un mensaje que perdure en las mentes de aquellos que nos escuchan. Utiliza ejemplos, lemas. Cualquier expresión dinamizadora será bien recibida.

Empatiza: los oyentes son como tú. Más allá de las diferencias ocultas tras cada personalidad, subyacen los mismos intereses e inquietudes. Buscan sentirse inspirados, aprender, entretenerse. Apoyarte en una experiencia personal, una anécdota, puede ser útil si te sirve para llegar dónde las demás palabras no lo hacen.

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