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CLAVES PARA ABATIR EL RIESGO FINANCIERO

Riesgo FinancieroTodas las empresas y emprendedores quieren alcanzar unos beneficios. Han dedicado horas de esfuerzo y trabajo, su dinero y su futuro. Quieren que toda esta inversión sea rentable. Es decir, que esa inversión sea capaz de generar ingresos y posteriormente beneficios. Sin embargo, en muchas ocasiones a los empresarios y emprendedores se les olvida que a la rentabilidad va unida otro término: riesgo, ¿lo conoces?

El riesgo financiero es definido como la incertidumbre que acompaña al hecho de que cualquier inversión puede resultar no rentable. ¿Por qué? porque se produzca una mala acogida del producto o servicio por parte de los consumidores, por un cambio en el sector o por la inestabilidad de los mercados financieros, por ejemplo.

El riesgo es una constante, lo que varia es el porcentaje. En los mercados de Bolsa los inversores cuentan con un indicador llamado “β” que mide el riesgo sistemático que puede experimentar una empresa en base a elementos como el tipo de negocio o el sector industrial o financiero.

Las empresas con riesgos elevados sufren movimientos muy bruscos en sus cotizaciones. Los valores bajos se corresponden con compañías ya consolidadas y cuyas oscilaciones bursátiles son más tenues.

Existen diferentes tipos de riesgo dentro del mercado de valores:

Riesgo sistemático o riesgo de mercado: se refiere a la posibilidad de cambios en los tipos, en los precios del petróleo, a que se produzcan nuevas regulaciones gubernamentales o cambios en los valores de las divisas, por ejemplo.

Riesgo específico: es aquel que afecta únicamente a un sector o a una empresa. Se puede producir por una mala gestión financiera de la compañía, debido a la aparición de un avance tecnológico que destruye la necesidad del anterior producto, por la expansión fallida de un negocio a un país extranjero,…

Sin embargo también existen otros tipos de riesgo:

Riesgo de crédito: cuando una de las partes de un contrato financiero no cumple con las obligaciones establecidas. Por ejemplo, un distribuidor que quiebra, un cliente de pago a plazos no cumple con las cuotas,… son riesgos que todo empresario o emprendedor tiene que tener presentes y evaluar.

Riesgo de liquidez: una de las partes del contrato financiero tiene activos mas no alberga la liquidez suficiente para asumir las obligaciones pactadas.

Riesgo operacional: este viene asociado a una mala gestión de explotación de la empresa.

Riesgo económico: abarca la pérdida de ventaja competitiva de la acción.

Riesgo legal: se produce cuando la otra parte contratante rompe el acuerdo o expropia los derechos de propiedad intelectual.

Una vez comprendido qué es el riesgo y sus diversas formas la pregunta que probablemente esté avasallando tu cabeza es, ¿cómo lo evito?

Análisis: cuando se aborda un proyecto, negocio o inversión hay que tener presente que el riesgo consta de tres partes y que si cada una de ellas es analizada minuciosamente se podrán reducir las probabilidades de riesgo:

  • El costo y disponibilidad de capital de inversión: de qué capital dispongo, durante la realización del negocio o la inversión con cuánto capital de respaldo cuento,…
  • Capacidad para satisfacer necesidades de dinero en efectivo: planifica los costes fijos y variables a los que hacer frente. Además, de posibles eventualidades. Para hacer frente a cualquiera de estos tipos de gastos se debe disponer de capital.
  • La posibilidad de incrementar el capital: ¿en qué momento mi capital va a empezar a aumentar?, ¿a través de qué recursos voy a conseguir ingresos?,…

Haber analizado cada una de las partes que conforman el riesgo financiero reduce las posibilidades de aparición.

Información: otra forma de disminuir el riesgo es evaluar la rentabilidad y previsiones de futuro. A mayor información menor las probabilidades de tomar decisiones basadas en los impulsos.

Diversificar: si se invierte en diferentes proyectos combinando los de alta peligrosidad y aquellos que ofrecen unas proyecciones futuras más seguras ambos se compensan.

El Ahorro o plan B: disponer de una cantidad de capital extra para abordar posibles contingencias reducirá los riesgos y te permitirá obrar con una mayor libertad.

Contratos Derivados: son aquellos cuyo valor está sujeto al de otro activo principal que se denomina activo subyacente. Emplear operaciones en derivados permite equilibrar el riesgo de mercado. Los productos subyacentes son: petróleo, metales o activos financieros.

Contratos Futuros: contrato de compraventa en el que se establece el activo a intercambiar, el precio, la cantidad y la fecha futura en que se realizará la transacción. Implicando que tanto comprador como vendedor aceptan las obligaciones sujetas a las expectativas de mercado que percibe cada uno. Este tipo de contratos genera estabilidad dado que a pesar de los movimientos en la Bolsa ya se dispone de unos precios fijos preestablecidos.

El riesgo es inevitable, sin embargo, la mejor estrategia frente a él es la toma de decisiones basadas en una amplia investigación que nos permita ser consciente de nuestras posibilidades, costes y beneficios.

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